lunes, 31 de octubre de 2011

Acer granatense

El otoño avanza, y algunos árboles cambian el color de sus hojas. El suelo se llena de hojas y los árboles de hoja caduca permanecerán desnudos hasta la llegada de la primavera. Una explosión de color se puede contemplar durante estos días otoñales en la Sierra de Gádor.  El Pecho de los Aceres acoge una  variedad de maravillas de la naturalza tanto florísticas como faunísticas. En la imagen un árbol caducifolio llamado acer granatense,  que vive por encima de los 1600 metros en las zonas de umbría con orientación norte, rodeado de pinos y otras especies vegetales.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Perdiz

Con el otoño finaliza la prohibición de caminar por las pistas forestales y comienza el peligro para una de las aves más perseguidas de nuestros campos: la perdiz. Esta imagen corresponde al desierto de Tabernas, cuando en pleno verano se hace necesario que la perdiz, como otros animales, acudan a los bebederos para refrescarse. A primera hora de la mañana aprovechan las pozas de agua que hay en las ramblas. A la menor señal de peligro se agacha y permanece inmóvil, mientras el color de sus plumas le permite camuflarse entre la vegetación. Característico de la perdiz es su canto, fácil de identificar desde cualquier punto del terreno.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Lagunero

Y hace 26 años... Ni me gustaba la fotografía ni prestaba atención a las aves. Un pájaro más que volaba cerca de cañas en unas antiguas salinas que se llamaban Guardias Viejas. Todo empezó a cambiar un 12 de octubre de 1985. Estos días de buen tiempo otoñal, al igual que en aquel año, es frecuente la presencia de laguneros en Punta Entinas.


sábado, 1 de octubre de 2011

Aguilucho lagunero

El aguilucho lagunero es la rapaz de mayor tamaño que se se encuentra en el Paraje Punta Entinas Sabinar. Al final del verano llegan los primeros ejemplares que permanecerán en el espacio natural hasta la primavera. Se le puede ver volando a baja altura entre el carrizal y la orilla de los charcones, donde localiza a sus presas.  Camuflado entre la vegetación, el fotógrafo espera que llegue la rapaz y se presta a contener la respiración unos minutos en el silencio del humedal, cualquier ruido echaría por tierra las cuatro horas de soledad en el hide, y las muchas horas de preparación del escondite durante la semana. Llegó muy temprano, a eso de las 8 h., entre la niebla y en silencio. Hay que mantener el pulso cuando el corazón se ha puesto al máximo de revoluciones, y dejar que tome confianza.  Pasados esos instantes, el disparador de la cámara emite los primeros sonidos y con ello la intranquilidad del aguilucho. De nuevo hay que dejarle tiempo.